Bajo el lema “Felices los que habitan en tu casa y te alaban sin cesar”, la Parroquia San Juan Bautista de Ituzaingó, festejó su aniversario número 120 de su creación con la Dedicación del Templo y Consagración del Altar.
En su homilía, Monseñor Gustavo Montini expresó su alegría y gratitud, “estamos realizando una conmemoración histórica de la inauguración de este templo, y realizando un rito muy profundo como lo es la dedicación de la iglesia y consagración del altar”.
Para luego exponer tres ideas sobre este hecho en especial. La primera de ellas señalando que “nosotros pertenecemos a lo que la iglesia considera, la iglesia terrena de carne y hueso, que necesitamos ver tocar, oír, sentir, y el templo nos da la oportunidad para ello, hace visible al invisible, visibiliza la presencia de Dios” señaló Monseñor agregando que “con el templo uno visibiliza que Dios está”.
Una segunda cosa, que puso de relieve es que “en el templo lo que se realiza es lo que se realiza en cualquiera de nuestras casas y nuestras familias”, es decir “en el templo nos encontramos los creyentes, el pueblo de Dios, con una finalidad especifica que es la de alimentarnos, alimentamos con la palabra y los sacramentos”. En este sentido expresó que “el templo es el lugar donde nos encontramos como familia y es donde nos alimentamos como familia con la palabra y los sacramentos”.
Por último, la tercera idea que quiso dejar en claro Monseñor Gustavo, es que “en el rito de la dedicación del templo y consagración del altar, se ven cosas que se suceden habitualmente en la liturgia bautismal, como el agua, la palabra, profesar la fé, ungir el altar” agregando que “es como que esta celebración despliega lo que es una liturgia bautismal, que es lo más importante que tiene nuestra vida cristina, lo que nos hace hijo de Dios”.
Para ir cerrando la idea Montini explicó que “al ligar el bautismo con la liturgia de la dedicación del templo y la consagración del altar, los que somos bautizados somos templo de Dios, cada uno de nosotros, mi hermano también, con lo cual a la dedicación de la iglesia nos refresca esta verdad que nos siempre tenemos fresca y que nos permite recuperar nuestra dignidad de ser hijos de Dios, de sabernos Templo de Dios”.