Acompañados por el padre Javier Sánchez, 50 misioneros de Gobernador Virasoro, Colonia Liebig, La Cruz, Santo Tomé y Paraje Caabí Poí llevaron adelante del 3 al 9 de enero una intensa labor misionera en los parajes Vizcaíno, Monte Grande y San Antonio, de la isla Apipé Grande, en el departamento de Ituzaingó.
Con la consigna de llevar la alegría del Evangelio hasta el rincón más alejado de la isla, recorrieron varios kilómetros a pie con la imagen de la Virgen María en sus distintas advocaciones, para visitar y llevar la Palabra y la bendición del Señor a cada familia de esos parajes tan apartados y olvidados.
En los meses previos, los jóvenes trabajaron en la organización de una campaña solidaria, con el fin de recolectar medicamentos, elementos de higiene personal, ropa, alimentos y juguetes. “Fue impresionante ver cómo se movilizaron las familias de las parroquias San Antonio y Virgen de Itatí, acercando su aporte y colaborando además con los móviles para el traslado de las donaciones, que llenaron una combi y una camioneta”, destacaron desde la diócesis.
También colaboró el municipio con el traslado de las personas. “La misión no hubiera sido posible, sin la generosidad, el testimonio de amor y la oración de toda la comunidad”, agradecieron.
Durante los 7 días que los jóvenes estuvieron en la isla, realizaron distintas actividades destinadas a las familias, los abuelos y los niños. El día destinado a los abuelos se acercaron a sus casas, para compartir un almuerzo preparado por ellos mismos y ayudarlos con la limpieza del patio y de la casa. Con este gesto, pudieron sentir de cerca la fragilidad de la vejez y la pobreza. Algunos grupos compartieron el almuerzo con otras familias del lugar.
Con los niños que se acercaban diariamente a la escuela de Vizcaíno (lugar donde los misioneros estuvieron alojados la mayor parte del tiempo), jugaron al fútbol y al vóley; pero la actividad más importante se realizó el 6 de enero, con decoración acorde, juegos, payasos, realización de pinturas, música y la llegada de los Reyes Magos montados a caballo, llevando en una carreta decorada mochilas con juguetes para los niños.
Esta actividad se replicó en los tres parajes, llegando a casi 200 niños de la isla.
Todos los días se celebró la Santa Misa, lo más valorado por la gente del lugar, ya que reciben muy poca asistencia espiritual, por las distancias y la dificultad de llegar hasta allí.
"Vine a misionar y me voy misionado" fue la expresión más repetida por los jóvenes, quienes llevaron en sus mochilas un montón de cosas para entregar, y volvieron con ellas repletas del amor, la alegría y la generosidad de los isleños.
De alguna manera, toda la diócesis de Santo Tomé misionó con ellos.