Las doctoras Mercedes Sosa y Betiana Angulo informaron sobre la gran diversidad de plantas en los Esteros del Iberá, describiendo los paisajes y tipos de ambientes donde conviven, incluyendo islas vegetales y plantas carnívoras. El estudio fue publicado en el libro «Gran Parque Iberá: un horizonte en común» presentado recientemente.
Un aporte científico realizado por las doctoras María de las Mercedes Sosa y María Betiana Angulo, investigadoras del Instituto de Botánica del Nordeste (IBONE), está incluido en un capítulo del libro editado por EUDENE “Gran Parque Iberá, un horizonte común» y que fuera presentado recientemente.
En el capítulo “Un paraíso natural de plantas y paisajes”, las investigadoras dan cuenta de la riqueza vegetal del ecosistema: más de 1.600 especies de plantas conviven en perfecta armonía, generando un espectáculo natural único en el mundo.
«Es como si la naturaleza hubiera decidido crear un gigantesco jardín experimental», explica la investigación publicada en el libro «Gran Parque Iberá: un horizonte en común». En este paraíso natural, cada planta tiene su lugar y función específica, desde las que flotan libremente en el agua hasta las que forman islas tan sólidas que se puede caminar sobre ellas.
Las investigadoras detallan los distintos tipos de plantas que se adaptan a los diversos ambientes del Iberá. Por un lado, están las plantas acuáticas, que pueden vivir completamente sumergidas o flotando en la superficie de lagunas, esteros y ríos. Por otro lado, las plantas anfibias o palustres, que pueden sobrevivir tanto en períodos de inundación como de sequía.
Como parte de la descripción del ecosistema, mencionan la presencia de plantas carnívoras en los esteros. Estas especies han desarrollado estrategias ingeniosas para sobrevivir en ambientes pobres en nutrientes. Por ejemplo, la Utricularia utiliza pequeñas trampas en forma de globo para capturar insectos, mientras que la Drossera emplea pelos pegajosos para atrapar a sus presas.
Como sorprendentes, las investigadoras mencionan a las islas flotantes, formadas por plantas que crean verdaderas plataformas naturales. Estas islas, conocidas localmente como embalsados, son tan resistentes que, con el tiempo y el acumulado de materia orgánica, se vuelven lo suficientemente firmes como para sostener el peso de una persona. Son como jardines móviles que sirven de hogar a otras especies de plantas y animales.
En las zonas de tierra firme, el paisaje cambia, pero no pierde su encanto. Los bosques higrófilos, que crecen cerca del agua, y los bosques de Prosopis, dominados por espinillos y algarrobos. Los bosques crean un ambiente de tres estratos: árboles altos como el lapacho y el jacarandá en el nivel superior, arbustos en el medio y hierbas en el suelo. A este ecosistema se suman plantas trepadoras y otras que crecen sobre los árboles, formando una comunidad vegetal diversa y compleja.
Las sabanas del Iberá añaden otro elemento distintivo al paisaje: extensos pastizales salpicados de pequeñas palmeras yatay poñí, que no superan los 4 metros de altura. Esta combinación crea un panorama único que se extiende a ambos lados de la depresión del Iberá.
Sin embargo, este tesoro natural enfrenta amenazas. Los incendios durante las sequías han afectado significativamente la vegetación, lo que ha llevado a las instituciones de investigación a realizar un seguimiento detallado de la recuperación de las áreas afectadas. El estudio destaca la importancia de estos bosques en la lucha contra el cambio climático, ya que ayudan a reducir la huella de carbono absorbiendo gases de efecto invernadero.
Las investigadoras señalan que la conservación de este ecosistema único requiere la participación activa de toda la sociedad. «Los Esteros del Iberá no son solo un espectáculo natural», concluye el estudio, «son un laboratorio viviente que nos muestra la increíble capacidad de adaptación de las plantas y su papel fundamental en el equilibrio ecológico de nuestro planeta».
Este aporte científico descriptivo no solo documenta la rica biodiversidad de los Esteros del Iberá, sino que también apuesta a la preservación de estos espacios naturales. Cada planta, desde la más pequeña hasta la más imponente, forma parte de un delicado equilibrio que hace de los Esteros del Iberá uno de los humedales más importantes y sorprendentes del mundo.